Ella fue con su papi a la ferretería, buscaron colores, y como ninguno la satisfacía, compraron blanco y rojo y los mezclaron hasta dar con el tono que ella quería. Desmontaron la bici, la limpiaron, la pintaron, la volvieron a montar, le pegaron pegatinas a su gusto, y fue capaz de dar,-según cuenta ella,-29 vueltas seguidas al patio, sin poner el pie en el suelo.
Curiosamente, el cambio físico de la bicicleta ha mejorado sus prestaciones, ¿no? porque antes, cuando no le gustaba, sólo podía dar dos vueltas seguidas. ¿Por qué será...?
Preguntémonos qué cambio obraría en nuestro alumnado si se sintiera más partícipe de su proceso de aprendizaje: si no "rodarían también mejor", como nuestra niña, con una bici diseñada y reconstruida a su gusto, con ayuda y cariño.
¡Qué alegría da volver a casa y encontrarse con este regalo! Así me puedo ir a Ávila y al fin del mundo.
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